Los mandarines de la Antigua China, altos gobernantes de por aquel entonces, solían vestir un traje precioso de un color muy característico: el de la fruta que hoy nos encanta. Su cultivo se introdujo en Europa en el siglo XIX, proveniente del país asiático, y hoy se exporta al resto del mundo desde lugares tan dispares como Japón, Israel, Argelia o España.

Antes de llegar a Occidente ya era famosa por su dulce sabor en los mercados de la India. Y a día de hoy se ha convertido en la fruta favorita de muchos, en especial de los niños, por su sabor dulce y ácido y un perfume que todo lo impregna; además de ser muy asequible y, por qué no decirlo, fácil de pelar. Este cítrico, el más similar a la naranja, es el que mayor cantidad de variedades comprende (Clementinas, Clemenvillas, Híbridos y Satsumas) y durante los próximos meses de invierno, hasta principios de marzo, podremos disfrutar de las mejores piezas en su período de maduración óptimo.

Ahora es la época indicada para comer mandarinas. En casi cualquier supermercado o tienda de barrio podréis encontrar aquellas cultivadas en la Finca El Esparragal por Naranjas Jiménez. Las de mayor calidad son las que tienen la piel blanda pero no arrugada y bien adherida a los gajos; el pedúnculo debe estar cortado a ras y el mejor indicativo de su calidad no es tanto el color de la cáscara sino su olor, más dulce e intenso cuanto más madura está la fruta.

Entre sus propiedades naturales destaca, como en el resto de las frutas de la familia de los cítricos, la vitamina C, aunque en menor cantidad que la naranja. Al contrario que la provitamina C, más abundante que en naranjas o limones, ayuda a cuidar de la vista, la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y el buen funcionamiento del sistema inmunológico. También contiene ácido fólico y cítrico, potasio y magnesio, Pero de los numerosos beneficios de las este golosina perfecta y natural ya tendremos tiempo de escribir en próximas entregas del blog de Naranjas Jiménez.

#SiLaVidaTeDaNaranjas, ¡come mandarinas!